El agua dulce en crisis: ¿cómo proteger los ecosistemas autóctonos?

Actualmente, estamos viviendo una realidad que se predijo hace más de 50 años: la crisis del agua dulce. Sin embargo, podemos revertir este pronóstico con nuestras acciones, decisiones y comportamientos.

La Fundación Aquae estipula que “para 2050, 3.900 millones de personas sufrirán estrés hídrico, lo que es básicamente el 40% de la población que se calcula que la Tierra tendrá para ese año.” Nuestro planeta cuenta con el 3% de agua dulce y, si bien es imposible calcular con exactitud hasta cuándo tendremos disponible este recurso, la realidad es que nuestras acciones van a contribuirán positiva o negativamente en su disponibilidad.

El consumo desmedido, la tala de árboles y desforestación, el cambio climático, la incontrolable emisión de gases, la alteración de los ecosistemas y el uso de agua irresponsable son los principales factores que amenazan la disponibilidad del recurso vital en el mundo.

¿Cómo cambiar la predicción?

• Vegetación nativa: La conservación de los ecosistemas autóctonos es una de las maneras más efectivas de asegurar que no nos quedemos sin agua dulce en un futuro. Estos ecosistemas funcionan como un sistema de filtración y regulación natural del agua, manteniendo la calidad y la cantidad necesarias para nuestro abastecimiento.

• Proteger las cuencas hídricas: En geografías como la de Córdoba, las precipitaciones son considerablemente mayores en las sierras que en la ciudad debido al relieve. Esta diferencia en la distribución de la lluvia juega un papel crucial en la preservación y el funcionamiento de los ecosistemas. Cuando llueve en estas zonas elevadas, el suelo actúa como una esponja, absorbiendo el agua y liberándola gradualmente hacia los arroyos y vertientes que serpentean por las sierras. Este proceso natural es vital, ya que esos arroyos terminan desembocando en los diques, los cuales abastecen de agua a las localidades.

• Uso racional del recurso: Para garantizar su disponibilidad futura, es fundamental un consumo medido y responsable tanto a nivel local como mundial. Recordemos que solo una pequeña fracción del agua dulce disponible es apta para el consumo humano.

El crecimiento poblacional junto al desarrollo industrial y agrícola aumenta la demanda de agua. Utilizar el agua de manera racional asegura que haya suficiente para satisfacer las necesidades actuales y futuras. Cuidar el agua y proteger nuestras cuencas es cuidar de nuestra propia supervivencia. Las decisiones que tomemos hoy sobre el uso de la tierra y la preservación de los ecosistemas determinarán la cantidad y calidad de agua disponible para las futuras generaciones.

Si este tema te interesó, te invitamos a escuchar Lu Peirone, bióloga e influencer digital, en el “Podcast del agua” de Aguas Cordobesas. Un episodio sin desperdicio donde comenta con detalle y precisión varios de los aspectos mencionados aquí, además de enseñarnos pequeños cambios de hábitos que podemos implementar en casa colaborando con el futuro: ¡escuchalo aquí!

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